Es en la década de 1960 cuando comienza la muerte de los sombreros como complemento habitual de la indumentaria femenina.
Y es precisamente en esa década cuando se empiezan a usar materiales más baratos que, teóricamente, harían más accesibles los sombreros a todas las clases sociales.
Pero es que no fué el precio lo que los eliminó casi totalmente de las calles, sino el cambio en el estilo de vida.
La producción en fábricas, de forma mayoritaria, sustituyó poco a poco a los artesanos.
Los materiales como las telas, se subieron a las cabezas de las mujeres, y muchos pill box se hacían con coloridas y brillantes telas.
Muchas mujeres los confeccionaban ellas mismas, ya que era muy sencillo.
Pero no solo fueron los pill box los que se dejaron de hacer en paño, otros modelos también sucumbieron.
No quiero decir con esto que el paño desapareciera, que los artesanos sombrereros desaparecieran.
Pero sí que nacieron otras formas de hacer, otros materiales con los que trabajar, que fueron, no tan poco a poco, sustituyendo a los clásicos.
Se conservan miles de sombreritos de este tipo, por dos motivos, porque todavía está relativamente cercana esa década, y porque la polilla, enemiga acérrima de los paños, aquí no hinca el diente, ya que la mayoría son de fibras sintéticas.
Si tienen algún sombrero de este tipo, y creen que tienen un tesoro, no es así. Salvo que sea tesoro emocionalmente.
La realidad es que estos modelos son muy baratos en las tiendas vintage, en internet, etc. Y salvo raras excepciones, muy asequibles.
Solo si llevan etiqueta, y una marca de sombrerero cotizada, o de un atelier de cierto renombre, el resto son muy económicos.
Algunos tienen su encanto, aunque bastante alejados del gusto actual
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